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La Premio Nobel de Paz de 1991 está permitiendo un genocidio en Birmania

La etnia que la prensa angloparlante llama rohingya y la prensa hispana llama rohinyá o ruaingá es la minoría más perseguida del mundo. Son musulmanes que descienden de oleadas migratorias que hace siglos llegaron a la región noroccidental de Birmania. En la actualidad ese país es de mayoría budista y legalmente no reconoce a los rohinyá como ciudadanos. Y este año, como periódicamente ha sucedido en el pasado, el ejército está incendiando sus aldeas y cometiendo violaciones y asesinatos en masa. Los rohinyá están siendo exterminados.

El hecho que lleva esta situación al colmo de lo indignante es que la persona que gobierna actualmente Birmania es la venerable señora Aung San Suu Kyi, que en décadas pasadas se hizo famosa por su valiente oposición a la dictadura militar de su país y recibió el Premio Nobel de Paz en 1991. Esa misma mujer, budista practicante y faro para los prisioneros políticos de todo el mundo, no está moviendo un dedo para parar el continuo ataque contra los rohinyá. En lugar de eso, se ha sumado al discurso oficial birmano que niega la legitimidad de esa etnia y los descarta como si no pertenecieran al país.

Los estados vecinos ya no dan abasto con el flujo de refugiados rohinyá. Desafortunadamente, los noticieros solo tienen espacio para un puñado de crisis a la vez, y la responsabilidad que tiene el mundo de detener esta masacre queda opacada por los problemas de Siria y Turquía y Venezuela y Libia y Gambia y Ucrania, que ocupan más titulares en la prensa de este lado del mundo.

Comentarios

  1. Sin palabras. Estamos podridos por dentro.

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  2. Lo primordial es que cese el genocidio contra ellos.

    Pasando a comentarios y matizaciones: a mí me parece desatinado decir que los rohinyá son una etnia, por tres motivos. Primero, porque la población musulmana de Rakáin está conformada por varias etnias. Segundo, porque se presta para la confusión islam-raza, que es aprovechada por la izquierda regresiva; cuando deberíamos estar haciendo énfasis en que el islam no es una raza y que, por ende, criticarlo no equivale a racismo. Y tercero, porque (al igual que ocurre en otros casos, como con los judíos), incluir la religión en la descripción de una etnia es admitir que los individuos al interior de esa población no pueden ejercer su libertad de expresión y de cultos, ni abandonar la fe de sus padres.

    Un saludo,

    -D

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