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Silvestre Dangond como tema académico

Fue muy criticado el ICFES porque el examen ECAES de este año incluyó una pregunta a los estudiantes de Comunicación sobre el posible mensaje belicista de la portada de un disco de Silvestre Dangond donde lleva un uniforme militar con pose agresiva.

Puedo entender el malestar de los estudiantes. El lugar que le corresponde a Silvestre Dangond en el salón de exhibición de la cultura colombiana es debajo de la alfombra, fuera de la vista del visitante, junto a figuras igualmente embarazosas como Marbelle, Dago García o Don Jediondo. La primera reacción de un colombiano medianamente culto es que, si para tener una conversación sobre medios hay que pasar por Silvestre Dangond, apague y vámonos.

Sin embargo, puedo entender también la motivación del ICFES para elaborar esa pregunta. De hecho, es una pregunta poderosísima para analizar la cultura popular colombiana.

Por un lado, tenemos que reconocer que Dangond supo convertirse en protagonista de nuestra cultura. Podemos apagar la radio y protestar contra la crueldad de los dioses, pero el tipo está ahí y tiene sus fans. Por mucho que nos disguste, es parte del panorama.

Por el otro lado está la relación ambivalente que los colombianos tenemos con nuestro ejército. La facilidad que los gringos tienen para idolatrar a su Rambo no es replicable aquí. Sabemos que nuestro ejército ha impedido que acabemos sometidos bajo una guerrilla comunista, pero al mismo tiempo sabemos que ese ejército cayó en degradaciones que hacen imposible admirarlo con sinceridad. La glorificación de lo militar en la portada del disco de Dangond es un punto de partida útil para una conversación difícil y necesaria.

Los gringos actuales que crecieron jugando a ser Rambo tardaron algunos años en empezar a preguntarse por qué peleaban los enemigos de Rambo y qué significaba matarlos. Según la particular educación política que cada uno de ellos haya tenido, su posición adulta puede haber terminado en cualquier punto de un espectro amplísimo. Aquí nos falta hacer esa reflexión: nos falta cuestionar las asociaciones implícitas que nuestra mentalidad hace con los rifles relucientes y los jeeps embarrados y la ropa camuflada. Perderíamos una oportunidad demasiado valiosa si siguiéramos el ejemplo gringo y convirtiéramos a nuestro ejército en objeto de culto acrítico. ¿Recuerdan lo penoso que era ver Hombres de Honor? Imagínense si esa fuera la suposición de fondo de nuestra historiografía.

Por eso me parece muy apropiado que el ICFES haya diseñado esa pregunta. Un cantante escoge su foto de portada según valores que flotan en la cultura, y cierto conjunto de esos valores llevaron a Dangond a creer (justificadamente) que su imagen se vería favorecida por las decisiones estéticas que tomó para esa foto. Es redundante poner objeciones basadas en el valor artístico de la obra de Dangond, porque ya sabemos que toda su música apesta. La pregunta que interesa aquí es por qué Dangond llegó a tener suficiente seguridad de que sus fans iban a recibir bien ese tipo de imagen, y qué dice eso sobre el estado de nuestra cultura popular: qué mensajes estamos abiertos a recibir, qué gestos nos terminamos acostumbrando a esperar de nuestras celebridades, etcétera. Es la clase de preguntas que necesitamos hacernos, y tengo mucha curiosidad por saber qué contestaron los estudiantes.

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