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Otra vez sobre drogas

Mi amigo David, que escribe el blog De Avanzada, leyó mi nota de hace unos días sobre política de drogas y creyó que yo estaba a favor de mantener la prohibición. Volví a leer mi propia nota para ver qué podía haber sido malinterpretado y creo que debo aclarar lo que quería decir. Mi nota no estaba tratando de defender la prohibición de las drogas, sino advertir sobre el poco alcance que puede tener una política de rehabilitación que dependa de la buena disposición del adicto. Yo apoyo la despenalización, pero ella sola no es suficiente.

Todo el que haya prestado atención a las noticias durante los últimos treinta años sabe que la guerra contra las drogas ha sido un gasto absurdo de recursos y de vidas. Entonces, sí: debemos terminar esa guerra, pero admitiendo que perdimos.

Habéis oído que David dijo:
"hay personas a quienes lo único que les interesa en la vida es dejarse llevar por sus impulsos. Cada persona tiene prioridades y gustos diferentes en la vida, y pretender que nosotros conocemos mejor que ellos sus propios intereses es condescendiente"
(De Avanzada, capítulo 16, versículo 6)
Mas yo os digo:

Eso depende. Cometemos errores todo el tiempo y la sociedad avanzaría con mucha mayor lentitud si dejáramos que todas esas malas decisiones fueran castigadas por el karma o por Murphy o por la ley de la papaya. Alguien que libremente decide gastarse todo su dinero en el casino y termina en la calle ya no tiene muchas opciones a su alcance. Si bien "Tengo la libertad de destruir mi libertad" sería el título de un fascinante debate entre David y el señor Sartre, es pésimo como política pública. Citando a Hannah Arendt: no basta con tener derechos, sino que deben estar montadas las condiciones para que ellos sean realizables.

Habéis oído que David dijo:
"vale la pena desafiar la afirmación de que el Estado debe proteger a las personas de su propia estupidez, lo que, me temo, no es más que una pendiente resbaladiza para el autoritarismo"
(De Avanzada, capítulo 16, versículo 6)
Mas yo os digo:

Eso depende. Cada Estado está fundado en principios diferentes, pero el nuestro es un Estado Social de Derecho. Eso no son solo palabras bonitas: es un concepto central de la teoría jurídica alemana de posguerra. Allá lo llaman Sozialstaat (como un refinamiento del Rechtsstaat, que es el Estado de Derecho a secas). Y Sozialstaat traducido al inglés es... Welfare State. Muchos no se han dado cuenta, pero lo que hicimos en 1991 fue tratar de replicar el modelo socialdemócrata europeo. En efecto, la República de Colombia se basa "en la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general." En otras palabras: todos nos tenemos que cuidar a todos.

Habéis oído que David dijo:
También resulta preocupante que alguien considere siquiera razonable dejar en manos de un Estado como el colombiano la valoración de qué constituye una decisión estúpida y qué no.
(De Avanzada, capítulo 16, versículo 6)
Mas yo os digo:

¿Ya viste cómo se llama este blog? Colombia no va a llegar a ninguna parte si se resigna a que nunca va a funcionar, y el primer paso para que algún día funcione es que empecemos a exigirle un estándar de conducta más elevado. De cierto, de cierto os digo.

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