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La ignorancia mata, #1

Quería comenzar esta sección desde hacía varias semanas, pero los episodios de estupidez nacional se sucedieron con tanta rapidez que yo siempre terminaba cambiando el tema planeado para inaugurarla. Finalmente, esta semana la estupidez alcanzó masa crítica y no tuve más remedio que soltarla toda:
  • El mes pasado, representantes de mujeres que han padecido efectos secundarios de la vacuna contra el VPH pidieron ante la Corte Constitucional que su aplicación se suspenda. Por centésima vez: el pánico sobre las vacunas no se justifica. Obviamente los efectos secundarios de cualquier tratamiento son lamentables, pero en epidemiología la última palabra la tienen los números. El cáncer cervical mata a 270.000 mujeres al año en todo el mundo; ante esa cifra, los reportes de efectos secundarios son minúsculos. Ningún tratamiento está 100% libre de riesgos, y la razón por la cual la OMS sigue promoviendo esta vacuna es que los beneficios superan abrumadoramente los riesgos.
  • Se propuso en el Congreso una ley para prohibir que las EPS dispensen medicamentos genéricos, lo cual solo puede ocurrírsele a alguien que no entiende qué son los genéricos (en pocas palabras: son exactamente la misma sustancia, pero fabricada por otro laboratorio y vendida a un precio más sensato después de que vence la patente del fabricante original). ¿Quién es el ignorante al que se le ocurrió una idea tan irresponsable? El representante a la Cámara Hernando Padaui, médico epidemiólogo. Uno tiene que preguntarse qué le enseñaron en la universidad para ser capaz de tanta brutalidad.
  • Y para terminar, tanto el gobierno como el uribismo dudan de la necesidad de prohibir el asbesto en los materiales de construcción, porque todavía genera muchos empleos (un argumento engañosamente populista que sirve para defender de todo) y porque supuestamente la comunidad científica no tiene consenso sobre el riesgo que representa, a pesar de que la toxicidad del asbesto ha sido conocida desde que el cronista romano Plinio el Joven detectó la asbestosis ocupacional en el siglo primero de nuestra era. ¿El ministro de salud quiere más evidencia? Se le tiene.
Conociendo cómo es nuestro pintoresco país, es posible que esta sección tenga que continuar en este mismo formato, reuniendo ejemplos varios en un solo tutifruti de barbaridades.

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